Hace algún tiempo una muy buena amiga de casa me pidió que le enseñara a jugar al ajedrez, el juego de mesa más extendido. Yo le prometí hacerlo, y como el tiempo disponible común no parecía ser muy compatible le prometí escribirlo en mi blog. No obstante, el pasado día de Reyes tuvimos ocasión de vernos en “¡Qué Bueno...!”, la casa paraíso de mi querida esposa. A pesar del hecho de que había al menos otra veintena de
amigos en la casa, logramos hacer abstracción y practicar los movimientos básicos y alguna pequeña escaramuza estratégica sobre el tablero.
La verdad es que creo que respondí apresuradamente al prometer que la enseñaría a jugar al ajedrez, cuando menos fue inmodesto y presuntuoso de mi parte, porque lo máximo que puedo aspirar a enseñar sobre el arte del ajedrez son los movimientos básicos de las diferentes piezas, un poco de historia y un poco de técnica básica. Es decir, lo suficiente para saber cómo perder.
“Se aprende jugando”
Cuenta una leyenda que el rey Devasarma, el “Gran Rey de las Cinco Indias”, envió un embajador al palacio del rey persa Nushirwan con un presente en homenaje a su soberanía, un tablero de ajedrez con sus piezas confeccionados de marfil y ébano. Acompañando a aquel presente iba una carta en la que le proponía el reto de descubrir los principios del juego, su secreto. De esta manera se pretendía poner en lid quién de ambos poseía una más elevada sabiduría. Tras examinar con detenimiento el tablero y las piezas, el rey Nushirwan quiso indagar acerca de la naturaleza del juego y el uso de las piezas. En respuesta, el embajador indio le dijo: “Majestad, lo que deseáis saber solo se aprende jugando el juego”.
De sus palabras aprendemos que para saber cómo jugar habrá que leer a los maestros y, sobre todo, jugar, jugar, jugar...y disfrutar.
Bueno, pues en ello estamos, querida amiga, lo prometido es deuda. Próximamente: los rudimentos básicos del ajedrez.
amigos en la casa, logramos hacer abstracción y practicar los movimientos básicos y alguna pequeña escaramuza estratégica sobre el tablero.
La verdad es que creo que respondí apresuradamente al prometer que la enseñaría a jugar al ajedrez, cuando menos fue inmodesto y presuntuoso de mi parte, porque lo máximo que puedo aspirar a enseñar sobre el arte del ajedrez son los movimientos básicos de las diferentes piezas, un poco de historia y un poco de técnica básica. Es decir, lo suficiente para saber cómo perder.
“Se aprende jugando”
Cuenta una leyenda que el rey Devasarma, el “Gran Rey de las Cinco Indias”, envió un embajador al palacio del rey persa Nushirwan con un presente en homenaje a su soberanía, un tablero de ajedrez con sus piezas confeccionados de marfil y ébano. Acompañando a aquel presente iba una carta en la que le proponía el reto de descubrir los principios del juego, su secreto. De esta manera se pretendía poner en lid quién de ambos poseía una más elevada sabiduría. Tras examinar con detenimiento el tablero y las piezas, el rey Nushirwan quiso indagar acerca de la naturaleza del juego y el uso de las piezas. En respuesta, el embajador indio le dijo: “Majestad, lo que deseáis saber solo se aprende jugando el juego”.
De sus palabras aprendemos que para saber cómo jugar habrá que leer a los maestros y, sobre todo, jugar, jugar, jugar...y disfrutar.
Bueno, pues en ello estamos, querida amiga, lo prometido es deuda. Próximamente: los rudimentos básicos del ajedrez.
gracias por lo de .... buena amiga y por publicarlo .
ResponderEliminary ya empiezo a ver color a tu blog , esto va en marcha.